jueves, 9 de enero de 2014

¡Cuidado con la obesidad infantil!

Parece que la mentalidad de la posguerra no ha desaparecido, el plato debe quedar vacio y los estómagos llenos. Cuándo esto no ocurre nos preocupamos por nuestros retoños, pero ¿Y cuándo dejan el plato limpio y piden más? ¿cuándo quieren más chocolate y menos verduras? Tenemos que hacer algo al respecto. Parece que es perfectamente adecuado que los niños coman más y más, pero estamos ante un problema que hay que tratar con el pediatra igual que la falta de hambre.

España es el país europeo con la tasa más alta de obesidad infantil, un 28,3% de los niños de entre 3 y 12 años padece este problema, un porcentaje muy próximo ya al de nuestros amigos de Estados Unidos,  los reyes de la mala alimentación.

¿Qué podemos hacer si padecen este problema?

Ayuda profesional: ante todo, que el pediatra nos aconseje alguna dieta apropiada para la edad y su estilo de vida, y lleve un control específico del niño. Es importate que tomemos conciencia de que se trata de un problema que hay que paliar y tratar con los profesionales

Actividad física: Las videoconsolas, la televisión y los aparatos electrónicos en general, están provocando un estilo de vida más sedentario. Los niños deben realizar actividades deportivas y extraescolares que supongan gasto calórico. Esto ayudará a tener un mejor crecimiento físico y mental que lográ mantener un mejor equilibrio energético.

Dieta apropiada: Por debajo de los seis o siete años no suelen indicarse dietas para perder peso tan solo corrección de los hábitos alimenticios. si crees que  tu hijo, por debajo de los 6 años, necesita perder peso no le hagas ninguna dieta por tu cuenta y consulta al médico. En niños más mayores es más habitual la conocida "Dieta semáforo".

Cómo hacer la dieta semáforo para niños
Se llama  así porque se divide los alimentos en 3 grupos:

Grupo verde: Se pueden consumir ilimitadamente son verduras, frutas frescas no muy maduras y agua natural.

Grupo Ámbar: Se debe controlar más la cantidad y comer con más moderación en función del gasto energético.
Cereales: (Pan, pasta y arroz). Legumbres (alubias, garbanzos, lentejas y guisantes) Patatas (cocidas y asadas). Aceite (oliva, girasol y maíz). Lácteos (leche y yogur bajos en grasas, queso fresco y requesón). Huevos (en tortilla y pasados por agua). Pescados. Carnes (pollo, conejo, pavo, ternera, vaca). Zumos sin azúcar y frutos secos como higos, pasas y castañas.)

Grupo rojo: Deben consumirse muy ocasionalmente.
Cereales (arroz en paella de carne, cereales azucarados para el desayuno). Todo tipo de fritos. Frutos secos (pipas, almendras, nueces...) Lácteos (leche y yogur enteros, nata, mantequilla, queso graso, etc.) Carne de cerdo (excepto solomillo), cordero con grasa, embutidos, dulces, cacao, bollería, postres lácteos, helados y bebidas, salvo zumo natural no azucarado.



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